miércoles, 22 de abril de 2020

CUENTO- SOCIOEMOCIONAL


EDUCACIÓN SOCIOEMOCIONAL: CUENTO “GARBANCITO”
Erase una vez un niño menudo y muy bajo de estatura, pero muy vivaracho, a quien llamaban Garbancito. Siempre tenía ganas de hacerlo todo por sí mismo. Cuando su padre o su madre le decían.
-Oye Garbancito, esto ya lo haremos nosotros porque tú eres demasiado pequeño.
Él les respondía: -No hace falta que lo hagáis vosotros, ya me las arreglaré yo solo.
Cierto día oyó que su madre decía:
Nos hemos quedado sin pan para comer.
-Iré yo mismo a la panadería a comprarlo –respondió Garbancito.
-¿No ves que cualquiera puede pisarte por la calle, de tan chiquito que eres? –repuso su padre.
-Pues ya cantaré lo más fuerte posible –contestó Garbancito, que siempre tenía soluciones para todo.
La panadera, cuando oyó que una vocecita le pedía una barra de pan y no veía a nadie, se sobresaltó.
-No se asuste- dijo Garbancito -; estoy delante del mostrador y quiero una barra de pan.
De vuelta a casa, no paró de cantar y silbar para que nadie lo pisara.
El padre de Garbancito era camarero. Un día llegó al trabajo y se dio cuenta de que se había olvidado de las pastillas que tomaba cada día después de la comida para la tensión alta. Telefoneó a su esposa para pedirle que se las trajera. Pero en casa solo estaba Garbancito, que le dijo a su Padre:
-No te preocupes; yo te llevaré las pastillas, ya sé dónde están.
-No Garbancito, que la carretera tiene muchas curvas y pasan coches-le dijo su padre.
-Ya verás cómo llegaré en seguida.
Cuando cruzaba los campos, estalló una tormenta terrible y se puso a llover a cántaros. En un huerto Garbancito se refugió debajo de una col y se quedó dormido. Cuando despertó ya no había col. Un buey se la había comido (en este cuento el buey no se comió a Garbancito, no, no, no). Las pastillas estaban a salvo y él llegó al restaurante.
El padre se quedó sorprendido cuando vio llegar a su hijo, risueño y nada mojado.
- ¿Lo ves padre? – dijo Garbancito más satisfecho que nunca -; que sea pequeño como un garbanzo no quiere decir que no pueda hacer como los mayores. Podéis confiar en mí, ¿verdad que sí?
El abrazo de su padre premió que Garbancito conociera sus posibilidades y su valentía.
FIN.
REFLEXIÓN
Conocer las propias emociones es básico, ya que sería imposible relacionarnos adecuadamente con los demás, si no supiéramos siquiera en qué situación emocional nos hallamos nosotros mismos. Nuestro Garbancito confiaba en sí mismo porque se valoraba muy positivamente; era consciente de sus limitaciones y temores, pero la certeza que tenía de sus posibilidades le hacía encontrar soluciones a las dificultades.

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